lunes, 28 de abril de 2014

La campaña contra los piropos que Macri ayudó a difundir

Verónica Lemi se impresionó cuando una amiga sufrió un acoso verbal y al comentarlo en Facebook la criticaron a ella. Allí nació su idea de militar contra esa clásica variante del machismo. Cómo logró instalar en la agenda un tema hasta ahora invisibilizado.

Por Mariana Carbajal
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Con creatividad y una campaña provocadora, un grupo de jóvenes logró poner en la agenda mediática el acoso verbal callejero que sufren miles de mujeres cotidianamente en el país, y que hasta ahora estaba invisibilizado. Y abrió un debate interesantísimo sobre la carga de violencia que encierran los comentarios sexualmente explícitos –mal llamados piropos– tan naturalizados en la cultura argentina. Su ideóloga es una joven de 25 años, Verónica Lemi, del barrio de Caballito, que cerró la semana muy sorprendida por el enorme impacto que generó la movida, llevada adelante con el lema “Si te incomoda leerlo, imaginate escucharlo, todos los días, cada vez que salís a la calle”. Y que consistió en una pegatina en distintas ciudades de afiches con esas típicas frases que irrumpen amenazantes en el oído de tantas mujeres –muchas adolescentes– cuando transitan por la vía pública, como: “Mami, si te agarro te hago otro hijo”, “Vení, morocha que te violamos”, “Gordita, te hago de todo menos upa” o “Qué culito, mi amor”, entre otras por el estilo. En una entrevista de Página/12, Lemi reveló cómo se gestó la campaña, a partir de la experiencia personal de una amiga y reflexionó sobre lo que dejó la discusión pública del tema.
Lemi todavía no puede creer el ruido que provocaron con la campaña que estuvo en las calles dos semanas atrás y que armaron en apenas un mes. Con una sonrisa irónica, le agradece al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, por haber aportado su machismo explícito para avivar el fuego: para defender los piropos, dijo que a todas las mujeres les gustaban, incluso sin son groseros. “Aunque les digan qué lindo culo tenés”, ejemplificó. Después, trató de disculparse y fue peor: dijo que pedía perdón porque lo había retado su hija y aseguró que todo lo había hecho por “galantería”.
Esta joven, que vive en la Ciudad de Buenos Aires, es traductora free-lance y enseña español a extranjeros. “Me gustó ver que realmente se estaba dando una reflexión bastante generalizada sobre el tema, pero, sobre todo, que estaba habiendo una posibilidad para las mujeres de comunicar más abiertamente esto. Hay un estigma muy grande que pesa a la hora de aceptar públicamente que nos molesta. Con esto muchísima gente empezó a entender más y juzgar menos, y las mujeres pudieron empezar a hablar del tema. Ya eso para mí es un avance enorme, porque está cambiando el escenario finalmente y podemos plantearnos esto como una problemática social muy extendida”, dijo Lemi
a Página/12. La activista está convencida de que “mucha gente” se desayunó de que todas las mujeres que la rodean en su día a día “fueron, son o serán expuestas a que le pasen estas cosas y que la persona que les hace eso está amparada por el rol de ‘hombre’. Y es un shock bastante fuerte darte cuenta de que cada mujer que conocés sufre esto desde chica y vos no te habías enterado”, dice.
Cuenta Lemi que este tema, el del acoso callejero, la acercó al feminismo. En 2011 coordinó en el país la primera Marcha de las Putas, un movimiento que surgió en Canadá, ese mismo año –y se extendió internacionalmente– en protesta a los dichos de un oficial de la policía de Toronto que sugirió que “las mujeres deben evitar vestirse como putas” como medida preventiva contra las violaciones. Lemi había encontrado de casualidad la página de Atrévete –una red pionera en la lucha contra el acoso callejero, que surgió en Estados Unidos–, donde publicaron una noticia sobre la Marcha de las Putas o Slutwalk. 
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-245015-2014-04-27.html

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